Padres con estilos de crianza diferentes

Padres con estilos de crianza diferentes

Los padres son los principales responsables del cuidado y protección de los niños desde su infancia hasta la adolescencia. Esto significa que los padres son los responsables de transmitir los principios, conocimientos, valores, actitudes, roles y hábitos hacia sus hijos.

Por ello, cumplen con múltiples funciones: biológica, educativa, social, económica o de apoyo psicológico.  Entonces, ¿qué se entiende por estilo de crianza parental? Muy sencillo, la forma en que todo ello se trasmite es lo que se conoce como estilo de crianza parental. Los estilos de crianza son importantes debido a que la forma en que un padre interactúa con su hijo sienta las bases para el desarrollo social y emocional futuro del niño.

Es más común de lo que parece pero muchas veces nos encontramos opinando, creyendo, pensando, sintiendo y practicando estilos educativos o de crianza diferentes y hasta muy diferentes.

Esos padres no tienen que estar separados y vivir en casa diferentes para que estas diferencias aparezcan sobre el tapete. Aún compartiendo muchas otras pautas y reglas en la construcción familiar, es posible que se asomen las primeras diferencias cuando criamos hijos.

Pero cuando aparecen las diferencias en los estilos, puede aparecer el conflicto, aquí hemos desarrollado algunas orientaciones para poder transitar esta experiencia y salir lo más airosos posible:

01. ACEPTA Y RESPETA

Antes que nada, acepta que el otro que educa (pareja, esposo, padre de tu hijo), tiene un estilo de crianza diferente al tuyo. Esto es aceptar que el otro no es como yo quiero, no piensa como yo, no valora lo mismo o de la misma forma.

Lo segundo es respetarlo (¿cómo, sino, íbamos a educar en el respeto si nosotros no respetamos ideas diferentes a las nuestras?). Debes conseguir interiorizar y comprender que los dos quieren a su hijo y que los dos quieren lo mejor para él. La diferencia es que cada uno cree que su modo es el correcto. Así que, no vamos a poder cambiar a una persona si esta misma no está dispuesta a hacer el  cambio. No se puede obligar a una persona a hacer este cambio, cada individuo es libre de poder decidir cómo quiere educar, así como vos tienes tus criterios, tus puntos de vista, existen otros, que no por ser diferentes están equivocados. Ya bien lo expresan las neurociencias, una de las cosas que más placer nos da es sentir que (yo) tengo razón.

  1. EVITA DESCALIFICAR AL OTRO DELANTE DEL HIJO.

Delante de los hijos evitar contradecirse, reprocharse o desautorizarse.  Aunque no coincidan  o no opinen lo mismo, deben trabajar en equipo para un objetivo común. Reprocharse delante del hijo da la sensación al niño de inseguridad y desorientación, así que es importante que cualquier tema a abordar, lo hagan en privado.

  1. EXPRESA LO QUE SÍ HACE BIEN Y EVITA EL NO.

Exalta, marca, destaca lo que el otro hace bien, los aciertos y las buenas experiencias. Si todo el tiempo manifiesto: “no le grites”, “no le hables así”, “no lo obligues”, etc., entramos en el terreno de la descalificación y de la negación del otro padre como educador y así es posible que entremos en una lucha de poder. La otra persona se sentirá atacada, estresada, agobiada y a la defensiva, y su reacción será intentar proteger su manera de pensar y actuar, teniendo todavía menos ganas de aplicar un cambio de actitud y hacerlo diferente; en cambio podemos reforzar aquellas cosas que sí nos gustan. “Me contó la nena que salieron juntos a dar un paseo y la pasó genial, qué lindo eso!”. “Me encanta cuando buscan soluciones juntos”. “Está bueno cuando le explicas por qué le pides eso…”

A quién no le gusta que le reconozcan las cosas buenas y lindas?

  1. COMPARTE LO QUE FUNCIONA.

Es muy valioso destacar y compartir con el otro lo que puse en funcionamiento y resultó. Si el otro que educa ve que algo funciona, estará más dispuesto a llevarlo a la práctica. Tal vez es reticente a aplicar algunos criterios de crianza porque no le queda claro en qué consiste o cómo llevarla a cabo. En este caso, ver cómo tú manejas diferentes situaciones, puede hacer que aprenda y quiera intentar algunas de esas cosas que funcionan.  “Cuando no quiere comer algo, le explico que no hay otra cosa y que si no quiere comerlo, lo respeto, pero no hay otra comida”. “Cuando le pido que elija algo, a mi me ha servido mucho darle 2 o 3 opciones dentro de lo que realmente puedo ofrecerle y que opte él mismo”.

  1. HABLA SOLO CUANDO SE TE HAYA IDO EL ENOJO.

Hablar en momentos de tensión, solo va a hacer que se conflictue la relación con el otro y encuentres más soledad en la crianza de tu hijo.  Encuentra un momento relajado, tranquilo y en el que los dos puedan hablar, estar receptivos e intentar encontrar un punto intermedio. Piensa que la otra persona, cree que está haciendo lo mejor para su hijo y que tal vez vos estás errando.

En general puede recomendarse esta técnica para una buena comunicación:

  1. EXPRESA COMPRENSIÓN POR SUS SENTIMIENTOS

Es importante que el otro se sienta comprendido y validado. Cuando nos sentimos escuchados y apoyados, establecemos una conexión con la otra persona y nos volvemos más receptivos a escuchar diferentes opiniones. Escuchamos    más,     cuando             nos sentimos          escuchados. Conectamos con el otro mostrándole que podemos entender cómo se siente. También lo podemos lograr explicando que también nos hemos sentido como él. “Sé que te da mucha

bronca cuando hace berrinches, a mí también me pone mal,…”. “También a mí me da mucha vergüenza cuando…, pero podemos pensar cómo corregirle, qué decirle en ese momento o después en casa…”. “Siento que los dos queremos lo mejor para nuestro hijo, pero a veces nos desautorizamos cuando negamos o nos burlamos de lo que el otro hace o dice…”. “Seguramente que entre los dos podremos llegar a un entendimiento si ponemos de nuestra parte”. Cuando el otro está más receptivo, podemos, sin buscar culpables, sin acusar y sin juzgar, expresar cómo nos sentimos y por qué.

  1. INVITA A BUSCAR UNA SOLUCIÓN COMPARTIDA.

Buscar juntos modos en las que los dos estén de acuerdo en cómo abordar la situación. Algunas opciones para encontrar una solución son: Le puedes proponer leer, buscar, capacitarse, hacer un taller, una consulta profesional sobre estilos de crianza, disciplina positiva, etc. para que puedan decidir cómo educar conociendo bien las opciones de crianza.  Pueden acordar cómo actuará cada uno antes de un momento de “conflicto” con el niño, para que no los tome por sorpresa. Acordar formas y modos de poner límites. Para uno tal vez da lo mismo que el niño salte sobre la cama, pero para el otro, puede ser inaceptable. Proponer qué límites no pueden superarse. Negociar estos puntos exige tener que ceder en algunas posturas individuales con tal de acercar posiciones y lograr un punto medio.

  1. RECONOCE EL LÍMITE.

Las personas cambian? El cambio es posible sólo cuando la persona quiere cambiar.  Generalmente para resolver un problema, buscamos que el otro cambie convencidos de que yo tengo razón, vivimos creyendo que el cambio está afuera, en el otro, así podemos estar la vida entera esperando que algo se solucione… Es fundamental recordar que el objetivo es educar a tu hijo,  no educar al otro; ya que ese otro es libre de educar como mejor le parezca. Frente a esto tenemos 2 caminos posibles:

  • Vivir permanentemente en conflicto o…
  • Aceptar y respetar; poniendo en funcionamiento algunas de estas estrategias.
  1. HABLA SINCERAMENTE CON TU HIJO.

Habrá veces que no va a ser posible acordar algo con el otro educador, en ocasiones los hijos conviven en 2 casas diferentes, con normas y límites diferentes, con estilos de convivencia diferentes, usos y costumbres diferentes, en esos casos es posible hablar honestamente con el hijo: “En la casa de papá, es él quien pone las reglas y las normas, en mi casa las pongo yo…”. “No tenemos los mismos criterios mamá y yo, eso no significa que uno te quiera más o menos que el otro, ambos te amamos y queremos lo mejor para vos, sólo que lo hacemos distinto…”. “No pasa nada si lo tienes que hacer diferente acá y allá”. “Ya tendrás edad para hacer lo que vos quieras independientemente de nosotros, por el momento somos nosotros quienes marcamos el rumbo…”.

Lo cierto es que no se van a traumar los hijos si tienen que adaptarse a reglas y límites diferentes a excepción de que comprobemos que esté en peligro su integridad o salud en el caso de violencia, abuso, etc. En esos casos habrá que recurrir a otra salida que no es más que la justicia…